Di Tella en los medios
iProfesional
24/06/8

El desánimo de la gente se nota: la clase media con la confianza por el piso

El termómetro que mide las expectativas cayó 22% en un año. Es el estrato socio-económico más afectado y repercute en la compra de bienes durables. También las empresas sufren las consecuencias y destinan una menor cantidad de dinero a las transacciones. Los indicadores ponen en vilo el consumo.<BR>

La caída del índice de confianza del consumidor impacta cada vez más en las expectativas a futuro de la población y pone en jaque las proyecciones de crecimiento para los próximos meses. La crisis con el agro aceleró este descenso que, sumado a la inflación y a los problemas de desabastecimiento terminó impactando, especialmente, en la clase media argentina.

Los indicadores de confianza miden, por un lado, la percepción presente en cuanto a consumo y ahorro, y por el otro, las expectativas a futuro, de tal forma que la consecuencias se ven directamente en los planes de consumo, explicó Dardo Ferrer, economista de la Fundación Mercado.

Estos datos son muy importantes, teniendo en cuenta que el consumo de las familias es más del 65% del Producto Bruto Interno (PBI) y la reducción en el mismo influiría en las proyecciones de crecimiento económico.

Según la medición elaborada por el Centro de Investigación en Finanzas de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella ( UTDT ), el Índice de Confianza se redujo en junio 1,8% en relación al mes anterior, sumando una caída de 22,8% en el último año y de 35,1% en relación al máximo histórico de enero de 2007.

Sectores más afectados

De acuerdo al Índice de Confianza la clase media es la que más sufre los efectos de la incertidumbre.

“En los sectores de bajos ingresos se ajustan las expectativas, pero de forma básica; dado que tienen un menor poder de consumo y es difícil limitarlo porque ya está reducido a la subsistencia. Es decir, tienen un gasto menos flexible a la baja y pueden caer sus expectativas, pero no las compras diarias que no cuentan con ningún lujo”, explicó Ferrer.

Como contrapartida, los ajustes más drásticos se dan en los sectores de ingresos medios, porque son los más perjudicados por la crisis económica y, al mismo tiempo, los que habían logrado una mayor recuperación después de 2001. La situación actual también obligó a cambiar la percepción en torno a la capacidad de ahorro, que presentó un ajuste negativo de 22% en abril a 20,3% en mayo.

Hay que tener en cuenta que este segmento de la sociedad tiene algunas características que contribuyen, aún más, a cambiar su estado de ánimo rápidamente. “Es una costumbre en la sociedad acelerar las crisis. Enseguida surge ese miedo que genera parálisis, y las decisiones que no se concretan a tiempo retroalimentan los problemas", explicó Gustavo Perilli, economista de Finsoport.

La percepción también afecta el estilo de vida y los hábitos de consumo. "En todo momento en que se genera un movimiento sectorial, que ahora tiene que ver con el campo pero que puede ser la seguridad o cualquier otro reclamo, la gente vuelve a sus afectos y elige la opción de estar en su casa. Entonces deja de consumir muchas cosas que integraban sus elecciones habituales", aclaró Nora D´Alessio, de la consultora D´Alessio Irol.

Consumos durables

Según afirmaron en la Fundación Mercado, lo primero que hace la clase media es restringir el consumo a mediano plazo, como es la compra de electrodomésticos, y los de largo plazo, como autos y viviendas.

De acuerdo a las últimas mediciones, la intención de compra de bienes durables e inmuebles cayó 9.5% en junio en comparación al mes anterior. El más perjudicado es el sector que incluye electrodomésticos, que fue uno de los que logró importantes crecimientos en los últimos años, con una reducción de 16 por ciento.

Por otro lado, se encuentran los autos y casas, donde según la Fundación Mercado la compra se redujo a sus menores valores del año, tanto en compra de vehículos e inmuebles como en la intención de construir de vivienda.

En este caso, los economistas hacen una salvedad, que es que muchas veces estos bienes actúan como refugio ante la crisis y, al mismo tiempo, son formas de inversión para ganarle a la inflación, por eso la menor caída.

“El subcomponente de bienes durables presenta la mayor caída y esto se da por dos fenómenos”, afirmó Guido Sandleris, director del Centro de Investigación de Finanzas de la UTDT .

Los factores que destaca son:

Por un lado, la suba de los precios de los bienes de primera necesidad, como alimentos, que requiere de más ingresos y deja menos recursos para otros gastos. La inflación empieza a absorbe una mayor parte del salario.

Por otro lado, porque de manera simultánea, ante la inestabilidad económica y política de los últimos meses, cambiaron las condiciones de varios comercios, y por ejemplo, en el caso de los electrodomésticos se redujeron los créditos a un año, impactando en la demanda.

“Tanto se debatió si enfriar o no la economía que finalmente se está enfriando sola, afectada por la inflación”, comentó Sandleris.

Impacto en el interior

Si bien la confianza de los consumidores se vio afectada en todo el país, el interior sufrió el desgaste más fuerte, con una caída de 4,6% en relación a mayo, mientras que en Capital Federal fue de 1,2% y en el Gran Buenos Aires de 0,3 por ciento.

Las consecuencias son claras en la caída del consumo que se dio en muchas ciudades, que perdieron entre un 30 y 50% de las ventas por la incertidumbre generada por la crisis del agro.

En algunos lugares la actividad económica está ampliamente vinculada con el campo, como en las localidades de San Pedro, Venado Tuerto, Ramallo y Pergamino. En otras, el problema se magnificó porque con los cortes de ruta muchas industrias se vieron paralizadas. Es el caso de las automotrices en Córdoba y Santa Fe y de las bodegas en Mendoza.

Impacto en el dinero

Dentro de las principales variables macroeconómicas domésticas también se pueden evaluar las secuelas provocadas por la crisis del campo. En lo que respecta a las monetarias, de acuerdo a un informe de Finsoport, el total de efectivo más los depósitos privados, que hasta principio de abril se expandía en torno del 27% anual, redujo su crecimiento hasta alcanzar 22% en mayo.

“Los particulares y empresas están utilizando una menor cantidad de dinero para realizar sus transacciones, situación que podría estar reflejando alguna desaceleración en los precio y/o cantidades negociadas”, explicaron en Finsoport.

Por otro lado, ante el aumento de los precios minoristas, en el último bimestre se tendría que haber acelerado el ritmo de los fondos necesarios para adquirir una determinada canasta de bienes y servicios. Entonces, tal como manifestaron en la consultora económica, es claro que se está en presencia de un descenso de las cantidades transadas: mientras que en marzo pasado la relación entre el dinero transaccional y los precios arrojaba un crecimiento interanual de 9%, en mayo el ritmo se ubicó en torno al 3 por ciento.

Componentes de las expectativas

Hay dos elementos que se consideran a la hora de hablar de expectativas: los coyunturales y los hechos puntuales. En el caso de los coyunturales los cambios son más rápidos y un caso es lo que sucedió en el país desde el 11 de marzo, tras el conflicto con el campo.

Luego hay otros procesos que la gente los prevé a largo plazo, por ejemplo el caso de las elecciones. En estos períodos suele mejorar las confianza por las expectativas en el proceso electoral. Sin embargo, en el último gobierno, como es una continuidad de un ciclo, no hubo grandes cambios y los niveles se mantuvieron.

“Como las expectativas se mantuvieron estables cuando la situación política empeoró con el conflicto del campo hubo un ajuste rápido”, comentó Ferrer.

Repercusiones en las empresas

Tanto Ferrer como Sandleris coincidieron en que este contexto impacta no sólo en los particulares, sino también en las empresas. “En tres meses se pararon los planes de inversión”, comentaron en Fundación Mercado.

Además, en un escenario de desconfianza se generan corridas bancarias, caen los depósitos y con tasas de interés reales negativas la gente sale del sistema y se va al dólar. Es por eso que las crisis económicas tienen un alto componente de desconfianza.

“El BCRA interviene para bajar el valor y lo que hace es no convalidar las expectativas en cuanto a crisis”, comentó Ferrer. Además, también hay acuerdo entre los consultados en cuanto a que actualmente, a pesar de los problemas, se está a tiempo de revertir la situación.

“El Gobierno debe crear un shock de confianza sobre la situación política para que la gente recupere la expectativa previa al conflicto”, comentaron los especialistas.

Publicado en:
Link: